(16) Día del juicio. Ahora los vientos están encerrados bajo llave de la Majestad <de Dios> mientras los elementos mantengan su moderación, y no supondrán peligro alguno para el hombre salvo al fin de los tiempos, porque entonces todo será purificado y después los vientos traerán su canto en armonía.
No hay ninguna criatura que consista en una sola propiedad, sin tener más.

(17) Nada. La nada no tiene cualidad alguna en que basarse y por eso no es nada. Por lo cual, también las otras criaturas que por propia voluntad se unen a la nada pierden sus cualidades y se convierten en nada.

(18) Firmamento y vientos. El firmamento contiene el fuego, el sol, la luna, las estrellas y los vientos, y a través de ellos adquiere consistencia y gracias a sus cualidades se refuerza para no disiparse. De la misma manera que el alma sujeta todo el cuerpo del hombre, así también los vientos contienen todo el firmamento para que no se deshaga y son invisibles como también el alma lo es porque procede de un designio secreto de Dios. Y lo mismo que una casa no puede estar en pie sin sus piedras angulares, así tampoco el firmamento, ni la Tierra, ni el abismo, ni el mundo entero con todos sus compuestos, existirían sin estos vientos, porque todo está compuesto y retenido por ellos. Toda la tierra se escindiría y rompería si no existiesen estos vientos, como también todo el hombre se desharía si no tuviera huesos.
El viento principal de Oriente retiene toda la región oriental, el viento principal de Occidente toda la región occidental, el viento principal austral toda la región austral y el viento principal septentrional toda la región septentrional.

(19) Vientos colaterales. Cada uno de estos vientos principales tiene otros dos vientos más débiles junto a sí, como dos brazos sobre los que a veces delegan parte de sus fuerzas. Estos vientos más débiles tienen la misma naturaleza que sus respectivos vientos principales, de modo que cada viento inferior imita a su viento principal como si fuese su cabeza, aunque tiene mucha menos fuerza; pero tienen la misma vía que su viento principal, igual que las dos orejas tienen la misma vía de audición en la cabeza.
Y cuando se mueven por orden divina, reciben el soplo y la fuerza de sus vientos principales y entonces están en tal inquietud y producen tantos y tan grandes fragores y colisiones de peligros, como cuando los malos humores producen en los hombres peligros de inquietud o los llevan a la enfermedad.
Pero desde el comienzo del mundo los vientos principales nunca se han agitado con todas sus fuerzas y no lo harán hasta el último día. Y cuando entonces muestren su fuerza y lancen plenamente su soplo, con su fuerza y colisión se separarán las nubes, y las partes superiores del firmamento se entremezclarán deshaciéndose como se deshace el cuerpo del hombre y todos sus miembros se vienen abajo cuando el alma se libera al salir de su cuerpo.
El viento oriental tiene dos alas con las que atrae a sí a todo el orbe, de modo que una de las alas contiene el curso del sol desde las partes superiores a las inferiores y la otra ala va al encuentro del sol, de modo que sea un obstáculo y no pase más allá. Y este viento humedece todo y hace germinar todas las semillas.
El viento occidental posee una especie de boca para disipar todas las aguas y para esparcirlas, de modo que divide las aguas y las esparce en su lugar correspondiente, para que ninguna de las aguas suba sobre otra sino que avance en su justa dirección, porque tiene potestad sobre el aire que porta las aguas. Este viento deseca todas las zonas verdes y todo lo que está junto a él.
El viento austral tiene una especie de vara de hierro con tres ramos en su parte superior y es aguda en su parte inferior. Casi tiene la fuerza del acero y contiene el abismo y el firmamento. Pues de la misma manera que el acero supera y doma todos los objetos de bronce y  el corazón conforta al hombre, así también la fuerza de este viento contiene el firmamento y las profundidades de la región meridional para que no se desmorone.
Tiene por encima tres tipos de fuerzas, casi como tres ramas: con una templa el calor del sol en Oriente, con otra disminuye el ardor del sol en la zona meridional y con la tercera enfría el calor en Occidente, de modo que no exceda los límites con sus rayos. Por otro lado, el báculo es agudo en su parte inferior porque su fuerza está fija en el abismo para que el frío y la humedad no asciendan más de lo debido del abismo. Este viento hace que todo madure, de modo que acelera el crecimiento de las hojas de los bosques, la germinación de las semillas, las mieses, los frutos, y la maduración del vino y los restantes frutos de la tierra.
Por su parte, el viento septentrional tiene cuatro columnas que contienen todo el firmamento y todo el abismo, y cuando atrae estas columnas hacia arriba, el firmamento se mezcla con el abismo. Estas cuatro columnas tienen cuatro elementos que se aglutinan y mezclan en esta zona septentrional y están, por así decir, fijos a las columnas para que no se caigan. El último día, cuando este viento mueva con fuerza sus columnas, el firmamento se doblará como se pliegan las páginas de los libros. Por lo demás, este viento es gélido, atrae frío y con su gelidez todo lo sujeta y, al mismo tiempo, lo retiene para que no se deshaga.

(20) Sol. El sol, como se ha dicho antes, está colocado en la punta del cielo y casi en medio del firmamento. Es de fuego y de aire; contiene con su fuego todo el apoyo y los cimientos del firmamento, y con el aire contiene los astros, las estrellas y las nubes, para que no caigan y se separen, del mismo modo que la tierra sustenta todas las criaturas que sobre ella existen. También el sol fortalece el éter. En efecto, cuando el sol está fijo en lo alto del firmamento, su fuego se encuentra con el éter y le sirve como un esclavo. El sol robustece todo el firmamento y esparce por toda la tierra su esplendor, con el que la tierra produce el verdor1 y las flores. Entonces los días son largos porque el sol corre en lo alto del firmamento y es verano.
Cuando el sol desciende hacia la tierra, el frío de la tierra sube a su encuentro desde el agua y seca todo lo verde. Y, puesto que el sol se ha inclinado hasta la tierra, los días son breves y es invierno. Además, el calor del sol en invierno es mayor debajo de la tierra que encima de la tierra, pues si entonces hiciera tanto frío debajo de la tierra como encima de la tierra, o si en verano hiciese tanto calor debajo de la tierra como encima de la tierra, toda la tierra se desharía por exceso de calor.
Cuando va a llegar el invierno, del agua asciende una tempestad y la luz del sol se obscurece, por lo que los días serán oscuros. Cuando se acerca el verano, los temporales caen debajo de la tierra por lo que los días a menudo son bellos y felices porque se acerca el verano. El sol permanece íntegro y entero en su recorrido y no desfallece y proyecta su luz hacia la luna, cuando ésta se acerca a él, como el macho introduce su semilla en la hembra.

(1) Para la comprensión exacta del término "verdor" (viriditas), esencial en esta obra, véase el Glosario.

(21) Luna. La luna es de fuego y aire tenue; está fija en el aire y en él tiene su habitáculo y el aire se asienta gracias a ella. Después que desaparece va a colocarse bajo el sol, y desde éste se extiende una circunferencia que arrastra la luna hasta el sol, como el imán atrae el hierro. El sol la enciende, pero el resto de planetas, estrellas, el aire y las demás lumbreras que están cerca de la luna arden junto a ella y también la ayudan a que se encienda. Y después de encendida crece lentamente hasta su plenitud, como una pira o una casa incendiada que empieza a arder poco a poco hasta que se incendia por completo. Pues mientras la luna completa su crecimiento, el sol sustenta las partes superiores del firmamento y no lo deja en ningún lugar. El sol lleva consigo el día, porque la parte superior del firmamento es lúcida; y la luna lleva la noche, porque la tierra está en tinieblas. Pero después que se completa la luna, igual que le sucede a la mujer embarazada, emite su luz y la lleva a las estrellas, que así brillan más.

(22) Rocío. Entonces, a causa del mismo calor, las estrellas calientan el aire y lo adensan, y el aire calentado emite sobre la tierra su sudor, que es el rocío y la fecunda. Por lo cual, la tierra genera sus frutos cuando se le ha derramado el rocío. Así, mientras la luna mengua porque pasa su luz a las estrellas, y mientras crece encendida por el sol hasta alcanzar su plenitud, las estrellas esparcen poco a poco la luz y el calor que recibieron de la luna, para calentar y reconfortar el aire que derrama desde arriba su sudor para fecundar la tierra, de suerte que, cuando la luna está llena de nuevo, las estrellas se han vaciado para recibir otra vez la luz y el calor. Y cuando la luna está vacía, las estrellas están llenas para confortar el aire y la tierra. Y cuando las estrellas desfallecen, la luna se completa de nuevo.

(23) Purga del aire. Cuando las estrellas aparecen en la noche, a veces se ven volar en el aire esferas de fuego, como saetas de fuego1 y es que las estrellas envían su calor al aire para confortarlo y que su calor fructifique. Por eso también puede verse y descubrirse a menudo que el aire se purga con el fuego y el calor de las estrellas, de suerte que a veces caen de él ciertas inmundicias, casi como heces.

(1)  Son las estrellas fugaces.

(24) Filamentos del aire. De la misma manera que el invierno y el verano se separan, para que de ese modo se marche el verano y llegue el invierno, o como cuando se va el invierno y llega el verano, vuela en el aire cierta acumulación, una especie de blancura formada de hilos que cae a la tierra cuando el aire se purifica al chocar las dos estaciones, verano e invierno, y encontrarse una con otra.

(25) Eclipse. En ocasiones se ve un eclipse de la luna, que es que los elementos y las tempestades chocan entre sí como si tuvieran un conflicto entre ellos. Pero la luna entonces no se extingue ni desaparece sino que las tempestades la oscurecen durante un tiempo. Tanta es la fuerza de la luna que supera esas tempestades y de nuevo emite su esplendor, porque la fuerza de la luna es mayor que la fuerza de esas tempestades.

siguiente>>