LIBRO DE LAS CAUSAS Y REMEDIOS DE LAS ENFERMEDADES
I
< LA CREACIÓN Y SU INFLUJO EN EL SER HUMANO >
(1) La creación del mundo. Dios fue antes de la creación del mundo; es y no tiene principio, y Él mismo fue y es la luz, el esplendor y la vida. Así pues, cuando Dios quiso hacer el mundo lo hizo de la nada, pero la materia del mundo estaba en su propia voluntad.
(2) La materia. Pues cuando la voluntad de Dios se mostró para dedicarse a su tarea, al punto se produjo la materia del mundo como un globo oscuro e informe, conforme a su voluntad y de la manera que Dios quiso.
(3) La creación de los ángeles. Y sonó la palabra del Padre1 : “Hágase la luz”; y la luz se hizo y los ángeles lucientes. Y la luz sin lumbreras, que son los ángeles se formó porque dijo: “Hágase la luz”. Pero cuando dijo2 : “Háganse las lumbreras”3 , esta es la luz que vemos en el aire.
(1) Gn. 1:3
(2) Gn. 1:14
(3) Lumbreras. Se refiere a los astros mayores (luna y sol) que en la Biblia aparecen como luminarias
(4) La caída de Lucifer. Lucifer, por su parte, vio un lugar vacío junto al aquilón1 que no servía para nada y quiso colocar allí su lugar para ocuparse de más y mayores cosas que Dios, ignorando la voluntad de éste en la creación de las demás criaturas. No miró el rostro del Padre ni supo de su fuerza ni gustó su bondad porque antes de percibir estas cosas intentó rebelarse contra Dios. En efecto, Dios aún no la había manifestado sino que lo había mantenido oculto como hace el hombre fuerte y poderoso que esconde su fortaleza a los otros hombres que la desconocen hasta el momento en que ve qué es lo que aquellos piensan de él, qué quieren y qué empiezan a hacer.
Y cuando Lucifer con su voluntad perversa, quiso alzarse hacia la nada, ya que nada era lo que quiso hacer, cayó en la nada y no pudo sostenerse porque debajo de él no había fondo. Pues no tuvo cima sobre sí ni fundamento por debajo que pudiese sostenerlo para no precipitarse.
Y cuando se extendió hacia la nada, empezó a expandirse, y esta expansión produjo el mal, y enseguida este mal ardió dentro de él sin claridad ni luz porque envidiaba a Dios, como una rueda que arrollándose y girando sobre sí muestra dentro tinieblas ardientes. Así el mal se separó del bien y el bien no tocó el mal ni el mal el bien. Por su parte Dios permaneció íntegro y Padre en su bondad, como un torno2 , porque su paternidad está llena de benevolencia y de esta forma su paternidad es justísima, benignísima y firmísima y está establecida como patrón de la paternidad, como un torno.
Ahora el torno está en alguna parte y lleno de todo tipo de cosas. Porque si este torno no tuviese nada salvo un círculo exterior, estaría vacío. No podría suceder que algún extraño llegara por casualidad y quisiera trabajar en él. En efecto, dos artesanos no pueden desarrollar sus empeños en un solo torno. ĦOh, ser humano!, contempla al ser humano que aloja en sí el cielo, la tierra y otras creaciones, y es una forma que tiene dentro de sí todas las cosas.
(1) El aquilón es el viento del norte. Se refiere por tanto a la región o zona norte.
(2) El original dice "rota", rueda. Compara la paternidad de Dios con el torno de alfarero en el que el artesano moldea su obra con barro. Cf. Jer. 18:6
(5) Paternidad. La Paternidad es como el círculo del torno; la Paternidad es la plenitud del torno. La Deidad está en él y todo existe a partir de él, y no hay creador sin él. Lucifer, por su parte, no forma un todo, sino que se dividió en su disparidad cuando quiso ser lo que no debía.
Cuando Dios hizo el mundo tenía un acuerdo original sobre lo que quería que fuese el hombre.
(6) Creación del alma. Y cuando creó la luz, que era volátil y que podía volar por doquier por el espacio, tomó el acuerdo de dar a la vida espiritual, que es hálito de vida, un peso corporal, es decir, alzar una forma del barro de la tierra, que no volara, ni soplara y que, por mera imposibilidad, no pudiera elevarse, de modo que estuviera así ligada a la tierra para contemplar a Dios con más agudeza. Por ello la antigua serpiente odió esta ligadura, ya que, aunque el hombre era pesado en su cuerpo podía sin embargo elevarse a Dios con su racionalidad.
(7) Elementos y firmamento. Dios hizo los elementos del mundo, y estos elementos están en el hombre y el hombre está trabajado por ellos, y son el fuego, el aire, la tierra y el agua. Estos cuatro elementos están intrincados y unidos entre sí, de suerte que ninguno puede separarse del otro y así se contienen al mismo tiempo en lo que se llama firmamento.
(8) Sol y estrellas. En lo más alto, el sol envía su esplendor y su fuego a través de los elementos. Alrededor del sol hay estrellas de mucha magnitud y claridad que, como montes, se extienden por el firmamento hasta la tierra, por lo cual, cuanto más próximas están a la tierra, tanto más brillantes parecen. Pero alrededor del sol hay otras estrellas de menor magnitud y claridad que son como valles en comparación con las estrellas mencionadas antes, y por eso son menos visibles.
(9) Tempestad. Cuando el calor es mayor, y mayor es la efervescencia del fuego en el éter1 , el ardor produce a veces una repentina ebullición y una peligrosa inundación de aguas que precipita a la tierra, de donde surgen las tempestades y el romperse las nubes : como cuando una olla puesta a fuego intenso entra de repente en ebullición y rezuma la espuma . Estas tempestades muy frecuentemente ocurren por juicio de Dios a causa de males pasados, a causa de males perpetrados por los hombres, o para manifestar futuros peligros de guerras, de hambre o de muerte repentina. Porque todas nuestras obras tocan los elementos y por eso se agitan, porque nuestras obras también se desarrollan con los elementos. Cuando hay menos calor y el fuego en el éter arde menos, se produce menos ebullición e inundación de aguas; como le ocurre también a alguna olla que produce poca ebullición y emite menos espuma. Cuando el aire está templado por el fuego y el agua, produce una temperatura suave como una olla puesta a fuego lento que calienta suavemente. Cuando el sol asciende, de forma que su fuego arde con fuerza en lo alto del cielo, entonces el aire está seco y árido por el ardor del sol y el propio fuego del sol toca el fuego del trueno.
(1) El éter es el aire ígneo o luminiscente que existe en la parte atmosférica del cielo. A veces se usa también como simple metonimia del cielo.
(10) Trueno. En el trueno hay un fuego de justicia, frío y hedor. Pero cuando el fuego del sol toca al del trueno, este se estremece un poco y produce algunos relámpagos de poca intensidad.
(11) Rayo. El relámpago murmura suavemente y entonces se detiene como el hombre que, una vez movido a ira no la lleva a término, sino que la refrena y la controla. A veces el fuego del trueno se estremece por el excesivo ardor del sol que lo lleva a gran conmoción, de suerte que lanza violentos y peligrosos rayos y exalta con fuerza su voz, como el hombre que movido fuertemente por la ira lleva a cabo acciones peligrosas.
También en ocasiones el fuego superior del trueno, tocado por el fuego del sol, hace que el frío que hay en el trueno se reúna en un solo lugar, de la misma manera que el agua se congela en una gota, y aquel frío lleva granizo a las nubes, las nubes lo reciben, lo dispersan, y lo lanzan hacia la tierra.
(12) Granizo. El granizo es, pues, como el ojo del trueno. Pero cuando el sol desciende en invierno no transmite su fuego en lo alto del cielo, y arde más intensamente debajo de la Tierra que sobre ella y entonces no hay tanto ardor en lo alto del cielo.
(13) Nieve. Y así, las aguas que están en las partes superiores, a causa del frío se esparcen como si fuesen polvo y producen la nieve.
(14) Lluvia. Después, cuando las aguas están templadas gracias al calor producen la lluvia, y cuando el sol no muestra frío ni excesivo calor emite una lluvia suave, como el hombre que está feliz y derrama lágrimas de felicidad.
(15) Vientos. Cuatro vientos cardinales se juntan al firmamento debajo del sol y encima del sol y lo contienen como contienen a todo el orbe (naturalmente, desde la parte inferior del firmamento hasta la parte superior) y lo circundan como con un palio. El viento oriental abraza el aire y esparce un rocío suavísimo sobre las tierras secas. El viento occidental se mezcla con nubes fluyentes para sostener las aguas y que no se precipiten. El viento austral tiene a su cargo el fuego y lo controla para que no lo incendie todo. Por su parte, el viento septentrional contiene las tinieblas exteriores para que no excedan lo suyo.
Estos cuatro vientos son alas del poder de Dios que cuando se muevan a la vez mezclarán todos los elementos, se dividirán, golpearán el mar y secarán todas las aguas.