El Hijo de la Perdición según Santa Hildegarda (2)
Actualizado 9 enero 2013
Hacia 1151, la Luz Viva decía a Santa Hildegarda: "Oh sabios maestros, no seáis incrédulos, apacentad mi pueblo y cuidarlo hasta que se salve y ya no haya quebranto ni fatiga", y avisaba que "corréis al encuentro del tiempo en que vendrá el Hijo de la Perdición", aunque "antes pasarán largos años".
Durante la cruenta edad del Lobo, las herejías, la impiedad y otros males avisan de la proximidad del Anticristo. Los hombres dirán que nunca se habían visto crímenes e impurezas de tanta envergadura (cap. 26). Y entonces, cuando los hombres crean vivir en paz tras la tribulación causada por las invasiones extranjeras y la división del Sacro Imperio, en el seno de la Iglesia se levantarán repentinamente herejías y confusiones (27).
Este será el momento del Anticristo, un ser humano poseido por Satanás desde su concepción, que no manifestará su maldad hasta que no se asegure que posee completamente y de manera superabundante todas las artes del mal. Mientras tanto habrá disminuido el amor entre los hombres, los herejes podrán predicar abiertamente sus erróneas creencias; y en los cristianos crecerán las dudas sobre la fe católica.
"Aparecerán muchas señales en el sol, en la luna y en las estrellas, en las aguas y en los otros elementos y en todas las criaturas, y de la observación de todos estos prodigios, que se podrán contemplar como si estuvieran pintados en un cuadro, se podrán predecir los males futuros, por lo que la tristeza de los hombres será tal que considerarán la muerte casi con indiferencia [...] Estas tribulaciones continuarán hasta que el Hijo de la Perdición abra la boca para predicar su nociva doctrina. Y cuando haya pronunciado sus palabras de falsedad y mentira, el cielo y la tierra se echarán a temblar" (28).
Cuando esté cercano el tiempo del Hijo de la Perdición, la fuerza de la fe declinará y se doblegará de debilidad; y entonces tendrá gran recompensa el que haya mantenido la excelencia de la Iglesia y la recta fe en Dios, porque entrará por sus méritos en el reino de los cielos". "La excelencia de la Iglesia será dispersada y la fe verdadera pisada [ ; ] desde su primera aparición, el Hombre del Pecado estará totalmente lleno de pecados, será reconocido como el Hijo de la Perdición más cruel, ya que será inmoral en todo y les enseñará a los hombres cosas contrarias a Dios [ ; ] será hostil a todos los que adoran Dios y se pondrá por encima de todas las criaturas, denominándose Dios y ordenando ser adorado como Dios" (29).
Muchas almas quedarán enredadas por el Anticristo: "Cuando llegue el maldito de la maldición, cerca del fin del mundo, la muerte irrumpirá en la Iglesia" (SC,3,11,6). Será también una época de mártires como al principio de la Iglesia: "Se completará el número de oro de los mártires que [...] murieron por la verdadera fe en la iglesia de los primeros siglos, que todavía no está completo, ya que se esperan aquéllos mártires que en los últimos tiempos, tiempos de error y perdición, proclamarán solemnemente mi nombre y ofrecerán sus cuerpos a los sufrimientos del martirio (OD, 3ª 5ª,12). El número de oro de los santos mártires asesinados en los orígenes será llevado a la plenitud con estos nuevos mártires, "asesinados en el fin de los tiempos, que es el Lobo del Scivias" (OD, 3ª 5ª,33).
El Anticristo emboscará sus doctrinas en la sexualidad; afirmará que la impureza y delitos parecidos no son pecados; dirá que no hay pecado si la carne busca el calor de la carne lo mismo que el hombre se calienta al fuego; afirmará que todos los preceptos que prescriben la castidad derivan de la ignorancia, puesto que si un ser humano está caliente y otro frío, es obvio que se consuelen uno a otro. E irá repitiendo a los fieles:
-“Vuestra ley de la continencia es contra natura, porque manda no estar caliente a quien arde por el fuego, incendiando con ello todo el cuerpo. ¿Cómo se podría ser frío contra natura? ¿Y por qué debería abstenerse de calentar la carne de otro? Aquel hombre que llamáis vuestro maestro os ha dado una ley que está demasiado por encima de vosotros, mandándoos vivir así. Pero yo os digo en cambio:
-Vosotros estáis hechos de estos dos modos, unos calientes y otros fríos, y por tanto templaos mutuamente. Reconoced que aquel hombre os dio reglas injustas [...] no os dejéis seducir por una doctrina injusta, ya que está en mí decidir lo que puedo y lo que no puedo hacer. Vuestro maestro no os ha dado enseñanzas correctas, porque ha querido que fuerais como espíritus no revestidos de carne [...] os engañó y no os ayudó para nada, yo os infundo conocimiento de vosotros mismos para que sepáis quienes sois, porque soy yo el que os he creado y soy todo en vuestro todo. Pero aquel que debe todas sus obras a otro, no habló por sí, porque no tiene por si ningún poder, pero yo hablo de mí y tengo por mí mismo el poder sobre todo”.
Con estas y parecidas palabras, el desgraciado Hijo de la Perdición engañará a los hombres, enseñándoles a vivir según el gusto ardiente de la carne y a consentir en todo deseo carnal (OD, 3ª, 5ª, 30).
El diablo ha tenido seguidores en el Antiguo Testamento y los tiene en el Nuevo. De los saduceos se derivan los herejes que niegan la creación de los primeros vivientes, pero el error de éstos es peor, ya que es la negación absoluta de Dios en la creación y en las almas. Todos ésos adorarán al Hombre de la Perdición y, abandonando la fe de Dios omnipotente, proclamarán que no hay ningún obstáculo en desobedecer sus preceptos (OD, 3ª, 5ª,31). El Anticristo ejecutará horrorosos prodigios y producirá tempestades impresionantes con artes diabólicas; aparentará morir para la redención de su pueblo, y resucitar de la muerte, y hará escribir sobre la frente de los que le siguen una inscripción por la cual les hará penetrar todos los males. Y a través de esta misma inscripción, contraria al bautismo y al nombre de cristiano, se introducirá en ellos con sus artes mágicas, de modo que no quieran separarse de él y tomen su nombre, como los cristianos lo reciben de Cristo. Lucifer ha meditado esta escritura mucho tiempo dentro de sí y no la ha revelado nunca a nadie; no se ha visto nunca antes y no se parece a lengua alguna (OD, 3ª, 5ª, 32).
Entonces Dios enviará a sus testigos, Elías y Enoc, dos hombres fuertes y sabios que tenía reservados para este momento, que mientras vivan sobre la tierra sólo se alimentarán cada cuarenta días. Tendrán facultades para realizar milagros en el firmamento y en los elementos; y en las demás criaturas signos mayores que los del Hijo de la Perdición, al que desenmascararán. De todas partes vendrán a ellos gentes que por sus milagros creerán en sus palabras y con fe ardiente se encaminarán rápidamente, como si fueran a un banquete, al martirio que les infligirá el Hijo de la Perdición. Serán tantos los que mueran, que sus asesinos se cansarán de contarlos, y gran cantidad de sangre correrá como un río.
Pero cuando el Hijo de la Perdición comprenda al final que no es posible superar con halagos ni con amenazas a estos dos hombres realmente santos, y que no puede oscurecer sus milagros, ordenará que se les someta a martirio cruel y que su recuerdo sea borrado de la tierra, para que no quede nadie en la tierra capaz de resistirle (OD, 3ª, 5ª, 33). Entonces, el Hijo clamará al Padre y exhortará a los fieles a que pidan misericordia de rodillas también al Padre.( OD, 3ª, 5ª, 34)
Dios resucitará a Elías y Enoc. Satanás persuadirá al Anticristo de que ascienda a los cielos ante una gran muchedumbre (OD, 3ª, 5ª,35), pero será fulminado y caerá causando un hedor tan grande que los asistentes correrán a las montañas y se convertirán (OD, 3ª, 5ª,36). Tras la muerte del Anticristo se abrirá otra etapa misterosa de la Historia de la Salvación, que examinaremos en la próxima entrega.
(El texto de la 5ª visión de la 3ª parte del Libro de las Obras Divinas puede verse en www.hildegardiana.es, así como fragmentos de la visión 11ª de la 3ª parte del Scivias, que aparecen reproducidos con permiso de la Editorial Trotta que recientemente lo ha reeditado.)