Los últimos tiempos según Santa Hildegarda (I)
Actualizado 18 diciembre 2012
Hay quienes andan inquietos por el fin del calendario de los mayas (que, dicho sea de paso, no se habían enterado que el año tiene 365 días y pico y no 360 como creían) y no son pocos los que miran con aprensión lo que pueda depararnos el futuro. La verdad es que existe esa sensación generalizada y difusa de que las cosas no marchan bien que suele preceder a los grandes acontecimientos - y no faltan quienes, aun sin hacer caso de antiguos astrónomos de taparrabo, temen que las cosas todavía puedan ir mucho peor. El fenómeno es palpable, universal y tiene causas objetivas: A pesar del cloroformo que imparte la televisión, de vez en cuando se filtran noticias como aquella de la NASA, que el año pasado exigió que sus empleados tuvieran prevista y ensayada la ruta de escape con toda su familia para emergencias, o la construcción de refugios (masivos, pero para la élite) en Moscú, verdaderamente imposible de comprobar.
Dicho esto, seguramente no estará de más asomarse a lo que dice la nueva Doctora de la Iglesia, Santa Hildegarda, sobre este asunto que ella llama día postrero, último día, últimos días, últimos tiempos, fin de los tiempos, eclipse del mundo, fin del mundo, y varios nombres más,que no sabemos si tienen todos idéntico significado.
Las obras de Santa Hildegarda son proféticas en el sentido de que no son suyas, sino reveladas por el Espíritu Santo, "la Luz Viva o Luz Indeficiente", pero además, sus tres grandes obras teológicas se ocupan de lo que iba a ocurrir largo tiempo después. Es decir, eran lo que generalmente se llama profecía. Dos de sus tres grandes libros teológicos (Scivias y Obras Divinas) explican ampliamente el futuro de la Iglesia, de la Humanidad y del mundo hasta una situación final, estable y gloriosa, en la que ya "no habrá noche y no se moverán el sol, la luna ni las estrellas", y al hacerlo describen las etapas que iban a pasar desde que se dictaron esos libros hasta nuestros días y más allá.
Estas dos obras teológicas de Santa Hildegarda se ocupan del género humano y sus interacciones con el Universo, y ofrecen un panorama completo de la Creación, el desarrollo de la Humanidad y de la Iglesia, y los Últimos Días.
A éstos Últimos Días o Tiempos no le dedican mucho espacio, sino que más bien, parece que está cuidadosamente medido: De las 26 visiones del Scivias ("Conoce los caminos"), que es el manual de lo que debe saber el cristiano, solo dos visiones relatan de los Últimos Días (la undécima visión, "Venida del Impío y plenitud de los tiempos ", y la duodécima visión, "Siega y vendimia de las naciones"), pero en conjunto, solo suponen algo menos del 6% del total del Scivias.
Por otra parte, del Libro de las Obras Divinas, último que la Luz dictó a Santa Hilkdegarda, y que se centra en las interrelación de los humanos con el Universo, solo dedica a este tema la última de sus diez visiones. Esta visión última ocupa el 13% del texto, y coincide y es coordinable con las del Scivias, ya que como es más amplia, contiene referencias que permiten situar en el tiempo las épocas ya transcurridas profetizadas en el Scivias.
Finalmente, la otra obra teológica de Santa Hildegarda, el Libro de los Merecimientos, que la dictó la Luz entre el Scivias y el libro de las Obras Divinas, y que es un texto que ha permanecido totalmente ignorado hasta nuestros días, también es profética. A reserva de estudios más detenidos, parece que además de una especie de psicoterapia para uso individual, podría tratrse de una serie de saludables advertencias colectivas, hechas desde el punto de vista divino. El Libro de los Merecimientos puede verse como una descripción de la Humanidad actual, donde muestra los principales "vicios" (quiebras) del espíritu humano en cada parte del mundo y en el conjunto de la Humanidad, así como un anuncio del porvenir que nos espera. Como el libro ha permanecido oculto 850 años, es evidente que su contenido profético no estaba destinado a un pasado que ya es irremediable, sino que sería un diagnóstico con tratamiento para las cuatro partes del mundo y el conjunto del mundo de nuestros días.
En Scivias y el Libro de las Obras Divinas a Santa Hildegarda la dictaron un porvenir que ya se ha cumplido en parte en los ocho siglos y medio que han transcurrido desde entonces. En apretada síntesis y solo a grandes rasgos, se la dijo que después de su época (la de la querella de las investiduras), seguirían en Occidente otras cuatro etapas antes de llegar a la última:
"el tiempo de la rapiña en que los hombres voraces arrebatarán para sí el poder y la riqueza; los veréis irrumpir en los saqueos bajo la piel grisácea, ni negra ni blanca, de sus astucias, y, desmembrando las cabezas de estos reinos, las derrocarán. Ay, porque entonces llegará el tiempo de la tribulación: muchas almas serán apresadas cuando el error del error se alce del infierno al Cielo" (Scivias, 11,6).En la quinta época que describe sucintamente Santa Hildegarda, se manifestará el Hijo de la Perdición que seducirá a muchos y martirizará a los fieles que se le opongan. Entonces Dios enviará a la Tierra a Elías y Enoc para que den testimonio; el Anticristo los hará crucificar, pero Dios resucitará a sus testigos. Entonces el Anticristo pretenderá ascender al Cielo ante sus seguidores y será fulminado. Sobrevendrá un período en el que la Iglesia brillará y retornarán a ella muchos que la habían abandonado.
Aquí termina la undécima visión del Scivias, con la precisa explicación de que esto no significa el final del mundo, que presenta la siguiente visión (12ª) así como el Juicio Final.Se nos dice que habrá un intervalo de duración totalmente desconocida e incalculable entre la muerte del Anticristo y los cataclismos del Juicio Final. En vida de Santa Hildegarda todavía faltaba mucho para ese momento, ya que:
"de este ciclo de los tiempos aún tenéis por delante largos años de vuestro caminar, oh hombres, antes de que venga el homicida que querrá envilecer la fe católica." (Scivias 11,23)Por otra parte, lo que condiciona la llegada del fin del mundo es el martirio de los fieles, pues:
"en el último día, cuando se complete el número de los elegidos, también la Iglesia estará completa. Entonces, ese día sobrevendrá el cataclismo del fin del mundo y Yo, el Señor, purificaré los cuatro elementos y lo mortal de la carne humana," (Scivias, 11,22)A Santa Hildegarda se le dijo expresamente que lo que pasara después de la muerte del Hijo de la Perdición:
"No es la sazón ni el momento de que sepáis qué ocurrirá entonces, [...] sólo lo sabe el Padre, que también tiene ésto bajo su potestad. Sobre [...] el transcurso de los tiempos del mundo nada más sabrás, oh hombre." (Ib.)En fin, el tema es largo y con materia para la reflexión, y procuraremos continuarlo en sucesivas entregas.
(El texto de las visiones puede consultarse en www.hildegardiana.es, donde figura el texto completo del Libro de Merecimientos y de la última visión del Libro de las Obras Divinas, así como fragmentos de las visiones 11ª y 12ª del Scivias)