<11> CUESTIÓN.
¿Fue acaso verdadero fuego el que apareció a Moisés en la zarza sin consumirla (Ex 3,2), o el que resplandeció en el monte Sinaí (Ex 19,18), o el que en el día de Pentecostés cayó sobre los discípulos en forma de lenguas (Hech 2,3), o el que apareció sbre la cabeza de San Martín celebrando los sacramentos?
SOLUCIÓN.
Ha de creerse que el fuego que Moisés vio en el corazón de la zaza que ardía sin consumirse fue el Espíritu Santo: las chispas de su crepitar son los dones de las diversas virtudes. Y, en efecto, los varios aspectos que muestran este fuego no derivan en modo alguno de la combustión de los elementos superiores, sino del fuego que es la vida y que quema las cosas a él adheridas no destruyéndolas, sino que vivificándolas les da consistencia.