84. Quien rehuse confesar sus pecados, se engaña a sí mismo

El que, en cambio, rehuya desnudar las heridas de sus pecados y, callándolas, intente curárselas él solo sin la ayuda de otros, según juzgue su corazón, se engaña a sí mismo: quiere ser su propio sacerdote; y he aquí que sin el auxilio de otro no podrá levantarse, pues el hombre no se irguió él mismo, sino que ha sido salvado por Mi Hijo. Por tanto, que quien desee salvarse no desespere de confesar sus pecados, ni aun al final de su vida.