1. La Sinagoga, madre de la Encarnación del Hijo de Dios
Por eso has visto la imagen de una mujer, pálida de la cabeza al ombligo: esta es la Sinagoga, madre de la Encarnación del Hijo de Dios, que, desde el despuntar de sus hijos hasta el apogeo de su fuerza, previo en las penumbras los secretos del Señor, pero no los manifestó plenamente; pues no es ella la rutilante alborada que abiertamente habla, sino que en lontananza la vislumbra, llena de admiración, como dice de ella en el Cantar de los Cantares: